Hubo una vez un sembrador de trigo que era muy pobre, pero que trataba de salir adelante con el campo de trigo que sembraba, pero este hombre tenía muchos enemigos y cada vez que la cosecha ya estaba lista para recogerse, sus enemigos asistían durante la noche al campo del sembrador e incendiaban su cosecha, entonces el sembrador no tenia más opción que volver a sembrar. Repetidas veces ocurrió esto hasta que un día el sembrador puso una barrera a su campo para que nadie pasara. Cuando llego el tiempo de recoger lo que había sembrado los enemigos del sembrado no pudieron incendiar la cosecha porque la barda no les permitió pasar y los frutos que dio esa cosecha fueron aun más bellos que los otros porque la tierra se había abonado con las cenizas de las otras cosechas, de esta manera cuando el sembrador asistió a vender su cosecha fue natural que recibiera más dinero por el trigo que vendía, del tal manera que en poco tiempo se hizo un hombre con mucha riqueza.
El pecado es todo aquello que no agrada a Dios o en otras palabras es desobedecer a Dios. Todos los días de nuestra vida seguimos un camino que a la larga se nos hace a veces repetitivo y entonces comenzamos a ver que hay ocasiones en que nos sentimos atraídos a hacer lo bueno y otras más en las que nos sentimos atraídos por lo malo, es decir que somos tentados.
Cuando vemos que debemos seguir el buen camino y no desviarnos sentimos un arrepentimiento que nos hace levantarnos y continuar, pero con el paso del tiempo la tentación vuelve a aparecer y la historia se repite como un ciclo en el que los errores parecieran ser lo único que viéramos.
Si lo relacionáramos con la historia del sembrador pudiéramos darle un aspecto simbólico a la historia y podríamos decir que el sembrador somos nosotros, cuando estamos sembrando de nuestras virtudes en ocasiones vienen las tentaciones y nos arrebatan gran parte de nuestra ganancia, repetidas veces nos ocurre. Mas sin embargo vemos que tenemos una salida, esta salida es poner una barda y esta barda es Jesucristo pues estando con él ninguna tentación nos podrá vencer. Si siguiéramos este ejemplo tendríamos una buena cosecha cuyo fruto es más bello porque ya sabríamos la manera de cuidarlo después de tanta experiencia y también cuyo valor es más grande porque está protegido por el mismo Cristo.