jueves, 11 de agosto de 2011

Las caídas en el pecado y la historia del sembrador

Hubo una vez un sembrador de trigo que era muy pobre, pero que trataba de salir adelante con el campo de trigo que sembraba, pero este hombre tenía muchos enemigos y cada vez que la cosecha ya estaba lista para recogerse, sus enemigos asistían durante la noche al campo del sembrador e incendiaban su cosecha, entonces el sembrador no tenia más opción que volver a sembrar. Repetidas veces ocurrió esto hasta que un día el sembrador puso una barrera a su campo para que nadie pasara. Cuando llego el tiempo de recoger lo que había sembrado los enemigos del sembrado no pudieron incendiar la cosecha porque la barda no les permitió pasar y los frutos que dio esa cosecha fueron aun más bellos que los otros porque la tierra se había abonado con las cenizas de las otras cosechas, de esta manera cuando el sembrador asistió a vender su cosecha fue natural que recibiera más dinero por el trigo que vendía, del tal manera que en poco tiempo se hizo un hombre con mucha riqueza.
El pecado es todo aquello que no agrada a Dios o en otras palabras es desobedecer a Dios. Todos los días de nuestra vida seguimos un camino que a la larga se nos hace a veces repetitivo y entonces comenzamos a ver que hay ocasiones en que nos sentimos atraídos a hacer lo bueno y otras más en las que nos sentimos atraídos por lo malo, es decir que somos tentados.
Cuando vemos que debemos seguir el buen camino y no desviarnos sentimos un arrepentimiento que nos hace levantarnos y continuar, pero con el paso del tiempo la tentación vuelve a aparecer y la historia se repite como un ciclo en el que los errores parecieran ser lo único que viéramos.
Si lo relacionáramos con la historia del sembrador pudiéramos darle un aspecto simbólico a la historia y podríamos decir  que el sembrador somos nosotros, cuando estamos sembrando de nuestras virtudes  en ocasiones vienen las tentaciones y nos arrebatan gran parte de nuestra ganancia, repetidas veces nos ocurre. Mas sin embargo vemos que tenemos una salida, esta salida es poner una barda y esta barda es Jesucristo pues estando con él ninguna tentación nos podrá vencer. Si siguiéramos este ejemplo tendríamos una buena cosecha cuyo fruto es más bello porque ya sabríamos la manera de cuidarlo después de tanta experiencia y también cuyo valor es más grande porque está protegido por el mismo Cristo.

jueves, 4 de agosto de 2011

La misa

¿Que es la misa?
La misa es un acto litúrgico, es decir es una acción de Jesús con su pueblo para adorar al Padre por medio del Espíritu que nos une y que al mismo tiempo nos santifica. Esto quiere decir que la misa es una acción en la que el pueblo se une a Jesucristo para alabanza y gloria del Padre, pero todo esto no lo podríamos hacer sino fuera por el Espíritu que nos mueve. Asistir a misa nos trae varias recompensas como cristianos católicos, porque no solamente adoramos a nuestro Dios sino que al mismo tiempo nos santificamos.

Ir a misa con un corazón dispuesto nos prepara para una de las más grandes aventuras de nuestra vida. Ir a misa no solamente es ir a sentarse y escuchar, es más bien ir disponibles a recibir a Dios y adorarlo. En una misa o celebración Eucarística lo principal es dar gracias a Dios ya que eso es la Eucaristía. En una misa recibimos la Palabra de Dios, en ella nos alimentamos de las enseñanzas de Dios que se nos revelaron por el Espíritu Santo a través de los profetas. Las enseñanzas de la Palabra de Dios no solamente deben ser escuchadas por que si, deben ser escuchadas para que ser conviertan en acciones que nos ayuden a ser santos como Dios mismo lo es, por ejemplo si la lectura fuera la siguiente:
MC 12, 28-31
El mandamiento más importante
Entonces se adelanto un maestro de la ley. Había escuchado la discusión y estaba admirado de cómo Jesús les había contestado. Entonces le pregunto: “¿Qué mandamiento es el primero de todos?” Jesús le contesto: “El primer mandato es: Escucha Israel: El Señor nuestro Dios es un único Señor. Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas. Y después vienes este otro: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento más importante que estos”.
De esta lectura habríamos podido aprender por ejemplo que debemos amar a Dios y no a lo del mundo y además que debemos ayudar al prójimo hasta donde alcancen nuestras fuerzas.
 Los canticos de la misa son alabanzas que nos profundizan en la oración, por eso también es importante cantarlas con el corazón ya que la oración es nuestra herramienta para llegar a la santidad y aun mas importante que todo esto en una misa la razón principal para estar es Jesucristo en el momento de la Eucaristía. Sino hubiera consagración Eucarística no abría misa porque ese es el núcleo de una misa. Ese momento de la consagración es el momento mas cercano de Jesús con su pueblo ya que por un misterio de la fe podemos estar seguros de que Jesús se hace presente en las hostias consagradas. La conmemoración de Jesús en la última cena lo hace presente en las hostias y el vino que se convierten en su cuerpo y sangre. Acercarnos a comulgar es un acto realmente santificador ya que es la misma acción de Dios que se entrega a nosotros para liberarnos, moverse en nosotros y transformarnos.
Ir a misa no es entonces ir a dormir o a distraerse, es ir a estar con Dios.