¡Cuánto se ha dicho y escrito sobre este hombre¡ ¡y cuanto se seguirá escribiendo!. El Papa Juan Pablo II es un personaje de muchos números, por ejemplo: Primer Papa eslavo de la historia, segundo Papa con dos nombres, el primero fue Juan Pablo I, tercer papado más largo de la historia, hasta llegar a los números grandes, canonizó a 482 beatos y beatificó a 1338 siervos de Dios y así podríamos seguir. Ahora que será beatificado viene a nuestra mente y corazón los momentos en que nuestras vidas se cruzaron con la de él y sucede algo poco visto, pues podremos decir “hemos convivido con un beato”. Siendo el país en tercer lugar más visitado, con 5 ocasiones, podemos recordar muchas cosas que siempre estarán llenas de emotividad, de alegría y del reconocimiento de que con su presencia algo diferente pasaba.
Quiero compartir algunas de las experiencias de mi vida en relación a él, con el único deseo de que cada uno recuerde y valore las suyas propias. Después de casi 15 años de pontificado, muere el Papa Paulo VI el 6 agosto de 1978, era la primera vez que conscientemente vivía la muerte de un Papa, yo tenía 19 años, ese año había decidido ser sacerdote y entrar al seminario, recuerdo la consternación que se vivió, en la parroquia donde participaba como catequista.
Después vino la alegría de tener un nuevo papa “que sonreía”, el cardenal Albino Luciani tomaba el pontificado con el nombre de Juan Pablo I, el 26 de agosto 1978, aún no entraba al seminario, los jóvenes de la parroquia pronto conseguimos una fotografía que si mal no recuerdo fue publicada por un periódico de la ciudad y la colocamos a la entrada del templo de la Conquista, para que todos lo conocieran, todo era alegría y expectación.
Después partí al seminario, a la etapa del curso introductorio que teníamos que cursarla en San Luís Potosí. Con 33 días de pontificado el 28 de septiembre, se nos da la noticia desconcertante de la muerte del Papa. Pero pronto el 16 de octubre de 1978 se nos anuncia que es elegido el cardenal polaco Karol Józef Wojtyła como nuevo Papa y toma el nombre de Juan Pablo II. La siguiente sorpresa es que el Papa quería venir a México. ¿A México? ¿Cuándo se había pensado que un Papa lo hiciera?, no terminaba todo ahí, nosotros éramos invitados a una de las audiencias en el seminario de Guadalajara. Yo decía “como Dios quiso que entrara al seminario para conocer al Papa”, recuerdo con mucho agrado todas las peripecias que tuvimos que vivir para estar frente al Santo Padre, y aún conservo las fotos donde se ven más las cabezas iluminadas con los flashes de cubito que entonces se usaban en las cámaras automáticas.
Otro momento que recuerdo fue cuando en el seminario se anunció que un grupo de nuestros seminaristas de cuarto de teología viajarían a Roma para ser ordenados por el Santo Padre, era el grupo del P. Joel Elías Morales, en el año 1981. Ellos empezaron a arreglar todo para su ordenación, todos sentíamos gran alegría y orgullo, pero todo quedó en ilusión, pues en mayo el Papa sufría el atentado que lo puso al borde de la muerte y el plan se vino abajo.
En 1990 ya ordenado sacerdote, se me pidió viajar a la ciudad de Roma para estudiar en la Universidad Gregoriana. Mi madre decía “que alegría que vas a estar cerca del Papa”. Lo más pronto posible los nuevos que llegábamos buscábamos estar en el rezo del Ángelus de los domingos, las veces que pude asistir, veía que aquello era siempre una fiesta donde no faltaban los grupos de mexicanos que le gritaban diferentes frases y porras. Uno de los momentos que más recuerdo fue la concelebración de la clausura del Sínodo de los Obispos, en la Catedral de San Pedro, con toda la solemnidad, en ese recinto como de salido de una película, los cantos, los Obispos, la gente que recibía con gozo a todos los sacerdotes, que nos veíamos de todas las razas y naciones.
Para el Jubileo del año 2000, Dios me dio la oportunidad de volver a Roma. Participé en la Misa para México donde fueron Canonizados 27 mexicanos, entre ellos uno sacerdote de nuestro presbiterio San José María de Yermo y Parres.
En su última visita a nuestro país unos jóvenes de la parroquia me dijeron que querían ir a la ciudad de México para verlo, les hablé de todos los inconvenientes, ellos me dijeron: “posiblemente no volverá a venir y queremos verlo”, yo guardé silencio, les di la bendición y se marcharon.
¿Quién de nosotros no estuvo atento por los medios de comunicación al momento de su muerte?, veíamos por la televisión a las personas que se congregaban en la Plaza de San Pedro y que pedían su pronta canonización.
Nosotros en la Diócesis tendremos una semana de preparación del 4 al 31 de abril con catequesis, Horas Santas, Vigilias, etc. y una celebración el 1º de mayo en la Plaza Expiatorio a las 7:00 p.m. para unirnos a la Iglesia Universal. Él nos invitó siempre a la vivencia de la santidad, termino con un trozo de una de sus homilías “A través de la unión profunda con Cristo, iniciada en el bautismo y alimentada por la oración, los Sacramentos y la práctica de las virtudes evangélicas, hombres y mujeres de todos los tiempos, como hijos de la Iglesia, han alcanzado la meta de la santidad. Son santos porque pusieron a Dios en el centro de su vida e hicieron de la búsqueda y extensión de su Reino el móvil de su propia existencia” (Homilía para la canonización de los santos mexicanos 21 de mayo del 2000).
P. Apolinar Torres Ortiz